El Abandono del Liceu

La Generalitat y el gobierno central han abandonado el Gran Teatre del Liceu, una de las grandes instituciones culturales de Barcelona, y están dejando que la ahoguen sus problemas económicos.

La semana pasada emplace al ministro Wert y al secretario de estado de cultura a comparecer en el Senado para que expliquen que alternativas van a plantear para salvar a esta institución y a sus trabajadores.

Nuevo pacto fiscal? Sí, entre las rentas del trabajo y las del capital

Lejos de aferrarnos a la estrategia de nuevo pacto fiscal territorial entre Cataluña y España de CiU, desde el PSC tenemos que defender y exigir el cumplimiento del Estatuto y los acuerdos de financiación que se  derivan y, sobre todo, liderar un nuevo pacto fiscal entre rentas buscando la alianza de otras fuerzas políticas y sociales que crean en un futuro para Cataluña basado en la solidaridad y la justicia social

Está cuajando la idea que Cataluña sufre la crisis (o que no puede afrontarla mejor) porque no vuelve suficiente porcentaje de nuestros impuestos a la caja de la Generalitat.

Es una idea que tiene la fuerza de la simplicidad pero que está completamente injustificada y que además es perniciosa porque nos aleja de la fuente de los problemas y, por lo tanto, de su solución real. Es, de hecho, la última formulación del nacionalismo catalán, que hace del ataque, pasando las culpas a terceros, su mejor defensa para eludir responsabilizarse una vez que los ajustes y los recortes (del manual neoliberal de reducción del déficit) han demostrado su ineficacia.

Una formulación que, aunque parezca extraño, ya le conviene al PP porque no cuestiona su orientación de las políticas en el gobierno de España y porque, devaluando el Estatuto,  hace mucho más tolerable su incumplimiento flagrante (en cuanto a la disposición adicional tercera en particular). Aparte del proyecto humillante y falaz de Eurovegas, esta es la única propuesta de futuro que nos hace el Gobierno de Cataluña: un nuevo Pacto Fiscal en la línea del concierto económico y antesala del Estado propio.

Pues no  estoy de acuerdo. La crisis que nos aplasta tiene su origen en el masivo endeudamiento privado insostenible después del estallido de la burbuja inmobiliaria (en Cataluña también, tal como se ve en los balances de nuestras cajas) y en la pérdida de competitividad económica relativa que nos ha llevado a la recesión y por lo tanto al paro y a la caída de los ingresos de las administraciones, con la Generalitat al frente. No salimos adelante porque la austeridad, los recortes y la recesión han formado un círculo vicioso que sólo se puede romper apostando por políticas de crecimiento y estímulo económico. Este es el verdadero reto del país: hacer posible otra política económica en Europa, en España y en Cataluña. Se pueden generar nuevos recursos con impuestos nuevos (grandes fortunas, sucesiones, transacciones financieras…) que reequilibren la contribución entre las rentas del trabajo y del capital y con planes europeos de inversión que se tienen que destinar a nuevas prioridades como el crédito (directo si hace falta) a las Pymes competitivas, a la promoción y a las infraestructuras necesarias para el sector exterior (exportaciones y turismo de calidad) y a los sectores intensivos en puestos de trabajo de la nueva economía (medio ambiente, biomedicina, cultura y educación,…).

El PSC tiene que encabezar esta alternativa, hacerla creíble y visible y por eso, lejos de aferrarnos a la estrategia de nuevo pacto fiscal territorial entre Cataluña y España de CiU, tenemos que defender y exigir el cumplimiento del Estatuto y los acuerdos de financiación que se  derivan de él y, sobre todo, liderar un nuevo pacto fiscal entre rentas buscando la alianza de otras fuerzas políticas y sociales que crean en un futuro para Cataluña basado en la solidaridad y la justicia social. Los y las socialistas tenemos que trazar un camino propio que piense sobre todo en posicionar a Cataluña y Barcelona en el nuevo contexto europeo y poner las políticas en favor del crecimiento en el centro del debate político. Esta es mi convicción.

Socialismo europeísta

Saquémonos de encima el espectro del nacionalismo (catalán o español) que uniformiza, divide, enfrenta y paraliza y luchemos sin complejos por hacer de Cataluña la vanguardia de la Europa de los ciudadanos

El liderazgo de Barcelona como capital euromediterrània al frente de una Cataluña motor de la euroregión del corredor mediterráneo tendría que ser el hilo conductor de todos nuestros posicionamientos y reivindicaciones

Europa, el proyecto de construcción política europeo, tiene que pasar a ser el concepto central de todos los programas socialistas y en particular de los socialistas catalanes.

La única garantía de viabilidad de la Unión Europea actual es una plena integración política que permita la aparición de un auténtico gobierno económico europeo capaz de hacer frente a las dinámicas de los mercados internacionales y de negociar en pie de igualdad con los otros grandes actores mundiales (EEUU, Brasil, China, India…) bilateralmente y multilateralmente. 350 millones de habitantes envejecidos empiezan a ser pocos si no están muy unidos en nuestro mundo globalizado.

Sin este gobierno, la Unión Europea quedará atrapada por reglas del juego impulsadas por otras instancias y países, a menudo no democráticos, que progresivamente nos hacen renunciar al Estado del Bienestar y a los derechos sociales y laborales, lo cual pone en peligro la propia democracia y la concordia entre ciudadanos y entre países. Es hora pues que los socialistas tomemos definitivamente conciencia de la relevancia del reto europeo y actuemos en consecuencia porque las instituciones europeas son las únicas que pueden abordar la crisis actual con respuestas eficaces, solidarias y no regresivas y porque la escala europea será en el futuro la única instancia para impulsar políticas reales (fiscalidad redistributiva, políticas de crecimiento y ocupación, protección social, mantenimiento de los servicios públicos universales) que traigan a la vez progreso económico y progreso social, oportunidades individuales y solidaridad colectiva, paz y cooperación internacional. En el siglo XXI no  habrá socialismo si no es europeísta, si no es el de la Europa unida y federal.

Por ello, los socialistas catalanes tenemos que estar convencidos de dos cosas. Primero, la soberanía que hay que reforzar es la soberanía europea, la ciudadanía que hay que reclamar es la ciudadanía europea (ni española, ni catalana). La parte más decisiva de nuestra soberanía individual e inalienable la tenemos que querer transferir a Europa y en justa correspondencia disponer de plena igualdad en derechos y deberes con el resto de ciudadanos y ciudadanas europeos. Segundo, el más estratégico para Cataluña es saber qué papel tiene que jugar en la Europa unida. El futuro de nuestra identidad (orgullosa y cosmopolita o acomplejada y provinciana) y de nuestra prosperidad (competitiva o subsidiada)  dependen de ello. El liderazgo de Barcelona como capital euromediterránea al frente de una Cataluña motor de la euroregión del corredor mediterráneo (Murcia-Marsella) tendría que ser el hilo conductor de todos nuestros posicionamientos y de todas nuestras reivindicaciones.

Los hitos políticos de este proyecto pueden ser muy claros: elecciones europeas constituyentes en junio del 2014 (¡qué coincidencia!), referéndum en todos los países a la vez para aprobar la Constitución Europea en 2016 y elecciones en 2017 del primer Parlamento europeo (Cataluña circunscripción al Congreso Europeo y España circunscripción en el SENADO europeo) con soberanía para designar al primer presidente de un gobierno europeo de la historia.

Socialistas catalanes, saquémonos de encima el espectro del nacionalismo (catalán o español) que uniformiza, divide, enfrenta y paraliza y luchemos sin complejos para hacer de Cataluña la vanguardia de la Europa de los ciudadanos.

Socialistas catalanes, para ser fieles a nuestro catalanismo, a nuestro federalismo, a nuestros valores de libertad e igualdad, de justicia y solidaridad ahora hace falta por encima de todo ser socialistas europeístas.

El giro mediterráneo

 És la garantía de nuestra prosperidad futura y el sentido de nuestro proyecto colectivo, y será el motor de nuestro progreso individual y social

El área mediterránea despierta por el sur y necesita un revulsivo en la orilla norte y, digámoslo claro, ser la capital del Mediterránea no es poca cosa

 

Eurovegas es que nos obliga, si queremos argumentar desde el punto de vista estratégico (más allá de los motivos políticos, sociales, económicos y urbanísticos ya de por si suficientes para estar en contra), a repensar y a formular cuál tiene que ser en el mundo globalizado en que ya vivimos el posicionamiento de Barcelona (y por extensión de Cataluña) para tener un horizonte de salida sostenible de la crisis.

Mi posición en esta cuestión no es original ni nueva pero la quiero reivindicar con más fuerza que nunca, mirando de fundamentarla con cierto detalle, para contrarrestar los planteamientos tan inconsistentes del partido mayoritario en el Parlamento y en el Ayuntamiento de Barcelona, que lo quiere todo para Cataluña pero que no sabe para hacer qué y que cada pocas semanas nos embarca hacia un punto diferente del planeta para que sea nuestro referente de desarrollo (ahora parece que estamos en Massachussets pero venimos de Holanda, Dinamarca, Eslovaquia, Israel o Lituania según sopla el viento). Su desconcierto y sus fugas hacia adelante acaban en la práctica en un regionalismo de cortas miras que nos hace perder constantemente oportunidades de progreso.

Pues bien, mi posición es la de mirar hacia nuestra historia y recuperar nuestra vocación de capital del Mediterráneo. Tenemos las condiciones para serlo: el área mediterránea despierta por el sur y necesita un revulsivo en la orilla Norte y, digámoslo claro, ser la capital del Mediterráneo no es poca cosa, es un gran proyecto de futuro que puede estimular y alinear todas nuestras energías como sociedad y dar sentido a la vez a nuestro papel en España y en Europa.

No hay que justificar mucho nuestro vínculo esencial con el Mediterráneo ni la trascendencia del área geográfica y cultural para la civilización occidental y tampoco su relevancia para nuestra identidad colectiva y para nuestro posicionamiento en el contexto mundial. Pero quizás hay que especificar un poco qué quiere decir ser capital de una determinada zona. Creo que quiere decir tener centralidad y referencia para quienes viven en ella y para el desarrollo de sus actividades más importantes: ser un lugar de paso en las comunicaciones y los traslados de todo orden, ser un punto de encuentro, de intercambio y de toma de las decisiones que afectan todo el mundo y ser un centro de provisión de algunos servicios que no se encuentran en ninguna parte más de la zona.

Y esta capitalidad, en el caso de Barcelona-Cataluña en relación con el Mediterráneo, se puede concretar a partir de cuatro grandes estrategias que tendremos que tener muy presentes y que habrá que reforzar sin desfallecer en los próximos años si queremos tener un rumbo claro de salida de la crisis:

 

1) Sede institucional

La designación de Barcelona como sede permanente de la UPM (Unión por el Mediterráneo) nos da la oportunidad de consolidarnos como capital institucional del Mediterráneo. Necesitamos añadir un liderazgo mucho mayor de nuestros gobiernos en temas políticos mediterráneos (resolución de conflictos, cooperación, diplomacia) y un impulso definitivo del proyecto para convertir el recinto histórico de Sant Pau en polo de instituciones internacionales de las Naciones Unidas y de la Unión Europea y el Centro Internacional por la Paz del Castillo de Montjuic en un referente internacional especializado.

2) Puerta Sur de Europa

Nuestra capacidad logística y nuestras infraestructuras tienen que canalizar el flujo de mercancías y viajeros del Mediterráneo hacia Europa por Barcelona. La Zona franca y la Feria, el Puerto (contenedores y cruceros), el Aeropuerto (Hub mediterráneo) y la alta velocidad con la gran estación intermodal de la Sagrera son las piezas de lo que tiene que ser el nudo principal de un corredor del Mediterráneo que conecte con “banda ancha” Algeciras con el corazón económico de Europa y que se tiene que completar con la máxima urgencia.

3) Ágora Cultural

Arquitectura y patrimonio, gastronomía, acontecimientos (SONAR, Primavera Sound, Grec, Temporada Alta…) y equipamientos culturales (MACBA, Liceo…), deportes (Juegos del Mediterráneo en el 2017 o Mundial de Natación en el 2013 y sobre todo Barça) y diversidad lingüística son y pueden ser todavía más un gran reclamo pero sobre todo tienen que ser las bases de una gran ágora cultural que atraiga talento y sea plataforma de industrias creativas. Para conseguirlo tendremos que poner en marcha programas específicos y no dejar de ser una ciudad y un país abiertos, tolerantes, inconformistas y plurales. Porque el alma de la cultura son los valores en los que se arraiga.

4) Motor de la economía del conocimiento

El apoyo a la innovación y la investigación en las empresas y a la actualización de la formación de las personas como criterios subyacentes en toda la actividad económica y la dinamización de sectores de excelencia (biomédico, diseño, escuelas de negocios , universidades, TIC-móviles, coche eléctrico y medio ambiente) son las iniciativas que nos permitirán llegar a hacer de Barcelona-Cataluña un referente para la modernización de las economías del Mediterráneo.

 

Tenemos, pues, un programa explícito que hay que abordar de forma inmediata y de manera consciente y compartida como ciudad y como país (porque Estambul, con quien tendremos que contrapesarnos al otro extremo del mar, ya no espera). Hagamos este “giro mediterráneo”: será la garantía de nuestra prosperidad futura y el sentido de nuestro proyecto colectivo, será el motor de nuestro progreso individual y social.

Después del aeropuerto del Prat vendrá la estación de la Sagrera

El día en que el Grupo Popular del Senado vota explícitamente en contra del nuevo modelo de gestión individualizada y descentralizada (o sea, con participación decisiva de las administraciones catalanas en un consejo rector propio y con plenas competencias) del Aeropuerto del Prat, impidiendo que una infraestructura tan determinante para el crecimiento económico y el progreso social se ponga completamente al servicio de la estrategia de Barcelona y del conjunto del país; hoy mismo, el ministro de economía ya avanza que el presupuesto 2012 para inversiones del gobierno de España se reducirá un 40%.

Esta noticia nos tiene que hacer encender inmediatamente la señal de alarma sobre el futuro de la Estación de la Sagrera. La gran estación de la Sagrera, ya en obras, está pensada para ser el intercanviador central de toda la red de transportes ferroviarios de Cataluña (alta velocidad, conexión con Europa, regionales, cercanías, metro) y el gran polo de dinamización económica y regeneración urbana norteña de Barcelona y por extensión de todo el eje del Besòs. Su construcción y la urbanización de su zona de influencia (estación de viajeros, edificios de viviendas y de oficinas, viales, un gran parque urbano –lo más grande de Barcelona después de Montjuic–…), de unos cuatrocientos cuarenta mil metros cuadrados, tendrá un coste total de dos mil doscientos cuarenta millones de euros, de los cuales más de 800 corresponden al Ministerio de Fomento, para poder acoger cien millones de intercambios de transporte por año y la creación de unos 30.000 puestos de trabajo (generados por la propia estación y por la actividad económica que se instalará alrededor).

Los gobiernos de CiU en la Generalitat de Cataluña, que también tiene comprometidos 200 millones de euros, y el Ayuntamiento de Barcelona no han creído nunca (estaban en contra del nuevo túnel, felizmente acabado, de unión entre Sants y la Sagrera) ni creen ahora en este proyecto. Y por eso la excusa del recorte presupuestario puede acabar siendo útil a los tres gobiernos de Rajoy, Mas y Trias.

Aparcar el proyecto de la estación de la Sagrera sería otro gravísimo error. Antes de que el gobierno del PP tome definitivamente una decisión que malogre el futuro de esta infraestructura clave para el combate contra la crisis y para una recuperación económica sostenible en Barcelona y en Cataluña, todos quienes apostamos por su desarrollo tenemos que movilizarnos para evitar que esto pase. Cómo siempre los socialistas de Barcelona, Cataluña y España  estaremos al frente.

El aeropuerto del Prat

Los gobiernos liderados por los socialistas en Barcelona, Cataluña y España construimos una estrategia para hacer del aeropuerto del Prat uno de los grandes aeropuertos europeos.

¿Por qué se han arrastrado tanto y finalmente han fracasado  las negociaciones con aerolíneas extranjeras? ¿Por qué se han implicado tan poco los núcleos empresariales y financieros catalanes? Planea demasiado la sombra alargada de Iberia y su empresa participada Vueling.

En el mundo globalizado, y todavía más en la Europa de las ciudades, los aeropuertos son clave. Son las estaciones y los nudos de cruce de las vías de comunicación más poderosas que existen para las personas: las rutas aéreas.

Y para Barcelona y para Cataluña, disponer de un gran aeropuerto tiene una relevancia todavía más importante. El país que somos, con su capital al frente, y que tenemos que querer continuar siendo es un cruce de culturas, cosmopolita y abierto. Orgulloso de su identidad pero sin complejos a la hora de sumar esfuerzos con España y Europa, vanguardia en los debates y la creación, plenamente insertado en el mundo. Pero además, el futuro de nuestra economía y nuestra estrategia de desarrollo pasan por esta infraestructura. Nuestra economía se tiene que basar en el talento (cultura, investigación, prestigio de la educación y del sistema sanitario…), el intercambio (ferias, congresos, competiciones deportivas…), las exportaciones y el turismo: es decir, actividades completamente dependientes de los flujos con el exterior. Nuestra estrategia de desarrollo sólo puede ser conseguir concertirnos en la Puerta Sur de Europa, el eje del Arco Mediterráneo (de Montpellier y Toulouse hasta Valencia y las Baleares) y, sobre todo, la capital euromediterrénea, referencia política de las dos orillas del Mediterráneo. Por eso, puerto y zona de actividades logísticas, tren de alta velocidad y aeropuerto son las tres infraestructuras nucleares de Barcelona y Cataluña.

Con estas ideas de fondos, los gobiernos liderados por los socialistas en Barcelona, Cataluña y España construimos una estrategia para hacer del aeropuerto del Prat uno de los grandes aeropuertos europeos, siguiendo tres líneas de actuación: ampliación de la capacidad y modernización de las instalaciones –objetivo plenamente logrado–, descentralización de la gestión de AENA para adaptarla mucho mejor a las necesidades del territorio en base a un nuevo concurso de gestión y a la supervisión de un consejo rector con mayoría para las administraciones catalanas –objetivo encarrilado con la licitación en marcha del concurso y los cambios legales consensuados– y, en tercer lugar, radicación de una aerolínea de referencia que progresivamente abriera nuevas líneas de comunicación aérea (especialmente transoceánicas y mediterráneas) –objetivo que se desplegaba con el impulso a Spanair. A estas tres líneas básicas de actuación, se  añadía una cuarta todavía embrionaria: la alianza con Toulouse para sumar sus centros universitarios y de investigación especializados en el sector aeroespacial y sus hangares de mantenimiento y reparación de flotas aéreas como actividades complementarias a la masa crítica de pasajeros y a la potencia de tránsito del Prat.

Pues bien, esta estrategia imprescindible para salir de la crisis y la parte importante de competitividad de nuestra economía que depende del aeropuerto del Prat han quedado completamente descabezadas por las orientaciones centralistas del  gobierno del PP y por la incompetencia política de los gobiernos de CiU en Barcelona y Cataluña, carecidos de la convicción, fuerza y capacidad para parar la marcha atrás en la descentralización de AENA y para ayudar a Spanair a seguir adelante. ¿Por qué se han arrastrado tanto y finalmente han fracasado  las negociaciones con aerolíneas extranjeras? ¿Por qué se han implicado tan poco los núcleos empresariales y financieros catalanes? Planea demasiado la sombra alargada de Iberia y su empresa participada Vueling. Todo ello, una muy mala noticia para Barcelona y para el país. Esperemos, como mínimo, que los gobiernos estén ahora a la altura en el momento de recolocar a los viajeros y, sobre todo, de velar por los derechos de los trabajadores, supervisando el cierre ordenado de una empresa ampliamente sostenida con fondos públicos.

Desde nuestro trabajo de oposición y en nuestros programas de gobierno, los socialistas continuaremos defendiendo la plena autonomía de gestión del aeropuerto del Prat, la radicación de una aerolínea de referencia a sus terminales y el acuerdo con Toulouse para constituir un gran puerto aeronáutico del sur de Europa. Barcelona y Cataluña lo necesitan.

Senado

La semana pasada empezó la actividad ordinaria del Senado con la constitución de sus Comisiones. Con este nuevo epílogo del blog quiero compartir las reflexiones políticas que me susciten los temas relacionados con las tres comisiones en las cuales en esta décima legislatura seré portavoz de mi grupo (Entesa pel Progrés de Catalunya PSC-ICV): Fomento, Cultura y Reglamento.

También me gustaría contar con los comentarios, preguntas, sugerencias e indicaciones para mi trabajo parlamentario (preguntas al gobierno, interpelaciones, iniciativas legislativas…) de todos aquellos y aquellas que me votasteis el 20 de noviembre de 2011 haciendo que resultara elegido, o de todos quienes quieran sentirse representados por mi condición de Senador electo por la provincia de Barcelona. Por mi parte, haré especial énfasis en las cuestiones vinculadas a mi ciudad –Barcelona– y a su área metropolitana.